domingo, 18 de marzo de 2018

LAS CANTATRICES


 La atención crítica sobre la obra de Carlos Leppe ha estado a la orden del día, por decirlo de algún modo, a partir de tres momentos editoriales. En primer lugar, entra en su fase de cierre el proyecto Fondart  gracias al que fue posible  montar www.carlosleppe.cl. En segundo lugar, en el catálogo de la exhibición del MNBA,  “El Bien Común”, aparece una reseña de ocho páginas. En tercer lugar, en el libro “Visiones laterales: cine y video experimental en Chile (1957-2017)” de Claudia Aravena e Iván Pinto le destinan una reseña de cuatro páginas.

El principio que guió el trabajo de la investigación sobre Leppe fue el de des/metaforizar el relato descriptivo de las obras, por la importancia que tiene la materialidad procesual  de una acción de arte, de una instalación  o de intervención editorial. En muchas ocasiones solo se tenía acceso a un par de fotografías, descontextualizadas y separadas de su secuencia original. Era preciso, entonces,  hacer el relato efectivo y pormenorizado de cada pieza. Este solo hecho puede provocar transformaciones significativas en la interpretabilidad de su obra.



(Catálogo "El Bien Común")


En el caso de “Las cantatrices”, fue vital separar esta micro-instalación del dispositivo en el que estaba inscrita (Sala de Espera), con la ventaja de que  fue el propio Leppe  quien resolvió ponerla en circulación como la pieza independiente que era.  En el catálogo “El Bien Común” las condiciones de su  producción fueron explicitadas de manera más amplia de lo que se había hecho en la web. Sin embargo no se entiende, hasta ahora, el lugar de privilegio que esta pieza adquirió en el diseño del catálogo y  la posición que le fue asignada en el conjunto de la exhibición.

Lo que hay que decir, todavía, de este catálogo, es que  la sección  destinada a las reseñas/fichas de las obras es la más lograda, pero justamente por lo in/necesario de su configuración. Es decir, se trata de textos que perfectamente pueden sustituir la información educativa que aparece en la web del MNBA. En términos estrictos, los textos actualmente accesibles en dicho soporte produce un daño enorme a la recepción escolar de las obras de la colección. Antes de seguir realizando exposiciones arbitrarias que alcanzan un manierismo auto-referencial  en fase crítica,  el MNBA debiera re-calificar su relación con la discursividad de las obras, a partir de la reconsideración de las fuentes primarias, por decir lo menos. Y luego, por el relato de sus condiciones de ejecución en un contexto formal específico.  Es decir, poner  la historia por delante y  abandonar los “filosofemas”.

La misma obra, como he dicho, aparece reseñada en un nuevo libro que reflexiona sobre la experimentalidad del video-arte y del cine.  En este sentido reordena los parámetros de su inclusión como referencia crítica,  en función de un propósito claro y definido, cuando Aravena/Pinto  exponen la pregunta por las estrategias puestas en juego para pensar los “límites” y los “entre-lugares” del cine, del video y de las artes visuales, en el curso de un periodo acotado por los esfuerzos invertidos en asegurar una práctica artística, en sus formas de organización histórica.



("Visiones laterales", Aravena/Pinto)

Lo cierto es que resulta injusto comparar ambas publicaciones. El catálogo de “El Bien Común” incorpora una información generalista sobre las condiciones de producción de la obra, mientras que “Visiones laterales” aborda el lugar de la obra de Leppe en el debate por establecer una limite a la noción operativa de experimentalidad en una secuencia polémica compleja.  


Lo que importa, ahora, es reconstruir esta secuencia compleja que abarca un periodo (a)signado como “cronología crítica”,   fijando como  “punto de comienzo” un momento formal  específico, ligado al descubrimiento de los propios recursos expresivos del  cine documental  chileno, y que “concluye” en el 2011 con una pieza que recubre sus propias condiciones “impresivas” en una práctica video que no reconoce fronteras de inscripción “institucional”. Pero esto no es más que una de las propuestas que plantea un libro fabricado como si fuera un ensayo audiovisual que ha asumido la editorialidad de su propio objeto de trabajo.  

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